El laminado de una tabla es uno de esos pasos mágicos. Consiste en colocar la fibra de vidrio sobre el foam e ir añadiendo resina para empapar bien esa fibra, con el fin de darle dureza y consistencia a la tabla.
Algo que parece tan sencillo, es un proceso complejo y delicado. La resina que previamente ha sido catalizada se secará muy pronto. El tiempo para poder aplicarla correctamente es muy reducido.
Con el reloj en contra hay que distribuir la resina por toda la supercie de la tabla impregnando toda la fibra de vidrio, sin dejar burbujas, evitar que salgan hilos del tejido de fibra y extender bien la resina para no dejar excesos.
Es necesario trabajar rápido y bién. Por ello cuando alguien controla el proceso perfectamente se dice que domina el arte de la resina.
Cada tabla de surf suele llevar varias capas de fibra tanto por la parte de arriba de la tabla como por la parte de abajo. No se pueden laminar seguidas porque hay que dejar secar cada capa que se aplica.
Por tanto el proceso de laminado se repite 3, 4 o más veces en una tabla dependiendo de las capas de fibra que lleve y un error en cualquiera de estos laminados suele tener consecuencias graves. Por ese motivo es una parte de la fabricación muy técnica y también muy emocionante.
En Toma Goma Surfboards están haciendo unos 20 laminados a la semana, es por ello que tienen dominado el arte de la resina. A pesar de ello, para tomar las fotografías me he mantenido en silencio y algo alejado, con el fin de no distraer en nada a Ricardo hasta el final del proceso.
Una vez finalizado el laminado, tengo que decir que el proceso es muy bonito. Pero me gusta más la tabla.
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