3 de abril de 2017

El Confital, completamente plato.


Con un simple vistazo a la Playa de Las Canteras ya nos dimos cuenta de que el mar había bajado mucho. La barra de arrecife que discurre en paralelo a la orilla, proporcionándole abrigo a la playa frente al oleaje, ya no recibía los golpes de mar de los días anteriores.

Decidimos ir hasta El Confital esperando que recibiese algo más de mar pero no fue así. Estaba completamente plato.

El paseo de madera, las calas de arena gruesa, las lajas de roca, sus aguas transparentes y sobretodo el paisaje, invitaban a quedarse a pesar de la ausencia de olas.

Foto: Alfombras marinas, para mi gusto mucho más bonitas que las persas y afganas juntas.
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Desde allí, en tranquilidad absoluta, observar a lo lejos la ciudad de Las Palmas nos pareció un lujo.

El día estaba completamente despejado y la marea estaba bajando, pronto el sol empezó a calentar y con él comenzaron a llegar pescadores y asiduos a la zona. La playa apenas tiene arena y las rocas son las que predominan.

Foto: Esperando a que la marea comenzase a subir y a tapar la laja.
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Mientras la mareaba bajaba, las lajas de roca comenzaron a quedar al descubierto. Los lugareños dominan el arte de caminar sobre ellas a pesar de ser muy resbalizadas, observándoles, pronto aprendimos que el truco consistía en avanzar despacio, dando pasos muy pequeños (nunca zancadas) manteniendo el cuerpo recto y el peso sobre los talones.

Pasear por las rocas recubiertas por alfombras aterciopeladas de algas e ir descubriendo pequeñas calas talladas por el océano, hizo que nos olvidásemos por completo de la ausencia de olas.

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Cuando la marea comenzó a subir, las losas de piedra comenzaron a cubrirse de agua y de vida.

Foto: Los primeros visitantes.
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La calma del mar aquel día nos permitió nadar y bucear por encima de las piedras sobre las que habíamos surfeado días anteriores, pudiendo disfrutar del paisaje subacuático lleno de vida.

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Aprovechando las quedadas del mar por momentos y acercándonos desde zonas profundas al bajo de roca sobre el que rompe la ola conseguimos tomar algunas fotografías y disfrutar del espectáculo de todos los bancos de peces que se alimentan "a la espuma" en las zonas donde el mar rompe.

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Las piedras sobre las que rompe la ola son muy tendidas, muy planas,  es por ello que conviene imitar el comportamiento de los peces: esperar en la zona más profunda, aprovechar la llegada de una de las últimas olas de la serie para acercarse a la piedra con el rebufo de esa ola y por último aprovechar la vuelta de la ola para que nos expulse de nuevo hacia la zona profunda. De esta forma evitamos el riesgo de acabar en seco, arrolando por encima de las rocas.

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